Como en Palacio, las cosas en la Astronomía ocurren despacio.
Es muy poco habitual encontrase eventos o sucesos que ocurran de manera rápida e inmediata en la Astronomía. Haberlos, haylos, no cabe duda, pero no son tan frecuentes como en ocasiones nos gustaría. Y creo que precisamente ahí, en esa quietud y tranquilidad, reside buena parte del encanto de esta afición. Conseguir abstraernos de las prisas cotidianas, saborear el pausado paso del tiempo, disfrutar de esas cosas que pasan desapercibidas para la mayoría de los mortales ..... eso, amigos míos, no tiene precio.
Como el último evento del que (algunos) hemos sido paciente testigo.
Durante los últimos días-semanas, en el horizonte oeste, justo tras la puesta de Sol, se ha dado un acontecimiento muy interesante. Si nos limitamos a observarlo un solo día, sólo veríamos dos puntitos brillantes, relativamente cerca uno del otro, a media altura sobre un horizonte aún iluminado por el ocaso. Pero si hemos sido lo suficientemente curiosos como para observarlo durante varios días-semanas consecutivos, habremos visto algo parecido a esto:
Los pasados días 13 y 14 de Marzo, Júpiter y Venus, los dos planetas más brillantes del Sistema Solar, se han aproximado, hasta estar a poco más de tres grados uno del otro. No es algo raro ni excepcional: la mecánica celeste nos obsequia con este tipo de acontecimientos una vez cada año, aproximadamente; pero ello no desmerece para nada la belleza del momento de acercamiento entre la Diosa del Amor y el Don Juan por excelencia.
La visión telescópica muestra los cuatro satélites Galileanos de Júpiter (abajo a la izquierda) alineados por orden de proximidad al planeta: Europa, Io, Calisto y Ganimedes.
(Nota: de Miastroblog)
